EL SUELO
Uno de los principales recursos que brinda la naturaleza al hombre es el
suelo, ya que en el crecen y se desarrollan las plantas, tanto como los
silvestres como las que se cultivan para servir de alimento al hombre y a los
animales.
La formación de los suelos dependen de un largo y complejo proceso de
descomposición de las rocas, en el cual intervienen factores físicos, químicos
y biológicos. La interacción de estos, como los factores ecológicos, provoca la
desintegración de los minerales que, unidos a los restos de los animales
y plantas en forma de materia orgánica, originan el suelo.
Los seres vivos intervienen con la destrucción de la roca madre y, además
de los agentes climáticos, toman parte de la mezcla de sustancias del suelo,
en su distribución horizontal, y añaden a esta materia orgánica. Las sustancias de desecho de animales y
vegetales, así como los propios cuerpos de estos al morir, son las únicas
fuentes de materia orgánica del suelo, la cual proporciona a éste algunos
componentes esenciales, lo modifica de diferentes modos, y hace posible el
crecimiento de fauna y flora variadas, que de otra manera no podrían existir.
Además, la materia orgánica incorporada al suelo almacena mayor cantidad
de energía, obtenida del Sol por la fotosíntesis, que la materia inorgánica a
partir de la cual se sintetizó. Por consiguiente, los seres vivos contribuyen a
la formación del suelo aportando no solo materiales, sino también energía,
tanto potencial como cinética.
La presencia de distintos tipos de minerales, las variaciones
climáticas, la altura sobre el nivel del mar, la latitud geográfica y otros
factores, determinan una gran variabilidad de los suelos, la cual se manifiesta
en las características físicas y químicas de estos.
Otros fenómenos que se presentan en los suelos son el exceso de acidez y
salinidad, los cuales imposibilitan la utilización óptima de los suelos.
Para evitar la degradación de los suelos es necesario:
- Restituir les,
por medio de la fertilización, los nutrientes que van siendo extraídos por
las plantas o que son arrastrados por las aguas.
- Evitar
las talas y los desmontes desmedidos, así como las quemas,
fundamentalmente en las laderas.
- Preparar
los surcos, en zonas de alta pendiente, en forma perpendicular a estas, de
manera que el agua, al correr, no arrastre el suelo.
- Proporcionar
al suelo la cobertura vegetal necesaria para evitar la erosión.
- Evitar
la contaminación que provoca el uso indiscriminado de productos químicos
en la actividad agrícola.